Cuando le preguntan a Jesús Zambrano sobre la fuerte migración de militantes del PRD hacia MORENA responde que tal éxodo incluye elementos fuertemente conflictivos, insinuando que a Morena emigraron quienes en el PRD provocaban las reyertas políticas internas. Cierto o no, parece ser que el mitote es consustancial a la izquierda mexicana, al menos a quienes se ubican en ese lado geométrico. A poco más de un año de dar el campanazo ganando la presidencia de México, MORENA vive una crisis política interna, más bien dos; la primera radica en la confrontación por la dirigencia nacional, la segunda por el diferendo entre Ricardo Monreal y Martí Batres, a quien el primero arrebató la presidencia de la Cámara de senadores, y, en respuesta, Batres lo acusa de faccioso y golpeador, de tramposo y demagogo. Esa es la faceta perredista de Morena, partido en cuya genética se confunden el PRI y el PRD.