Es grande el reto del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en los días que corren, pues aparte de traducir con hechos satisfactorios los ofrecimientos en campaña ahora que es gobierno, está en plena transición de Movimiento Social a Partido Político, son dos fases muy diferentes en contenido y propósitos. Por su composición heterogénea y para conseguir su meta de ganar la elección de 2018 Morena aglutinó elementos sin discriminación alguna, le llegaron militantes de todos lados de la inconformidad social y política, eso conlleva a ausencia de disciplina. Esa multifacética composición induce descontrol en sus procesos internos y provoca disturbios a su interior: el caso Martí Batres-Monreal, por ejemplo. La prueba mayor está en la elección de su nueva directiva nacional: Yeidckol, con Martí Batres, Bertha Luján, cercana a AMLO, Mario Delgado junto a Marcelo Ebrard y Alejandro Rojas, con Arturo Montiel, y, por supuesto, la red de intereses puesta en movimiento para no perder el control de MoReNa. Las fechas claves son el 23 y 24 de noviembre, es el futuro inmediato de un partido nuevo que ya gobierna.