En
la borrascosa maraña de la instalación de un nuevo régimen presenciamos
acontecimientos, hechos y decires que pudieran ser atribuibles al tránsito
institucional. Esa dinámica motiva que hasta el presidente de México incurra
con mayor frecuencia de la deseada en esa cúpula del poder en erróneas afirmaciones,
como aquella de que el delincuente conocido como “La loca” era el culpable en el
caso del antro “Caballo Blanco”, en Coatzacoalcos causando la muerte de 31
personas. Ahora, el presidente informa de la participación de un joven de 15
años quien “roció la gasolina ese bar”, es decir no la “la loca”. Al margen de
este dislate que hizo parecer al presidente como pesimamente informado, importa
que haya coordinación efectiva entre los órdenes de gobierno porque de otra
manera la delincuencia seguirá metiendo goles a México y, como siempre, el
pagano seguirá siendo el pueblo.
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