Ha
sido verdaderamente atribulado el tránsito de Veracruz del siglo XX al XXI,
señaladamente a partir del gobierno de Herrera Beltrán, malo de por sí y
magnificado por su empeño en dejar como sucesor a Javier Duarte de Ochoa, quien
ahora paga con cárcel las culpas de aquél y las propias. No es eso lo peor, sin
embargo, sino que se pretenda hacer de Veracruz el escenario de pugnas
políticas devenidas de revanchismos personales como el de Duarte contra Yunes
Linares, la parte cómica de ese entramado radica en que uno lo hace desde un
reclusorio y por su condición de reo no debiera darle ocasión para extrovertir
opiniones de índole política. En el controvertido escenario veracruzano se
supone que está a punto de concluir el pugnaz episodio entre el gobierno contra
Winckler, sería grotesco reeditarlo con una contienda entre exgobernadores. No
lo merece Veracruz.
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