La semana que concluye ha sido una de
las más violentas durante el actual gobierno: inició el lunes en Michoacán,
donde murieron por emboscada 13 policías estatales; el martes fue en Guerrero, donde
murió un militar en combate contra facinerosos, 14 de los cuales fueron
abatidos; el miércoles, en Guanajuato hubo tres enfrentamientos, uno de ellos
el ataque al hotel donde se hospedaban policías federales, el saldo fue de
cuatro muertos y lo de Culiacán, donde se dio el insólito caso de dejar en
libertad a un capo sobre quien pesan órdenes de aprehensión, porque la
virulenta reacción del crimen organizado (que incluye la liberación de 20
presidiarios) doblegó al gabinete de seguridad obligándolo a liberar su presa,
contando con la anuencia presidencial. Aunque, como dice Durazo: “no hay falta
del Estado ni ausencia del gobierno federal en esta decisión” (¿!)