- Participó en la mesa de lectura “Paraíso para todos”, en el marco del homenaje al poeta José Luis Rivas intitulado “Luz de mar abierto”
- Pablo Sol Mora comentó que Rivas es un poeta acuático y planteó algunas relaciones entre el nado y la literatura
: El poeta y traductor Jorge Brach participó en homenaje a José Luis Rivas
Paola Cortés Pérez
11/02/2020, Xalapa, Ver.- Jorge Brash, poeta y traductor, expresó que José Luis Rivas Vélez es un maestro que nació –como ciertas aves– con el don de la palabra, ya que siempre sabe cómo dar con el vocablo y el giro justo, durante su participación en la mesa de lectura “Paraíso para todos”, en el marco del homenaje “Luz de mar abierto” con motivo del 70 aniversario del también poeta y traductor veracruzano.
La mesa fue moderada por Norma Angélica Cuevas Velasco, secretaria ejecutiva de las Cátedras de Excelencia UV, y se realizó la tarde del jueves 6 de febrero en el auditorio del Centro de Investigaciones en Inteligencia Artificial (CIIA) de la Universidad Veracruzana (UV).
Jorge Brash dijo que Rivas Vélez no es un poeta fácil, ya que despliega una escritura a un tiempo inconfundiblemente personal y de completa eficacia con la que se antoja jugar, pero imitarlo es una tarea imposible, pues emplea el vocabulario como un relojero suizo con sus piezas.
“El problema no reside en la lección, sino en saber exactamente cuál palabra usar y dónde ponerla, para ello se vale de un impresionante arsenal de diccionarios de toda índole, pero ninguna biblioteca será bastante para quien no tenga el olfato lingüístico de nuestro poeta, que cuando no halla a mano el término o la expresión adecuados, los desempolva y resucita e incluso los acuña con resultados de una contundencia pasmosa.”
Pablo Sol Mora, integrante del IIL-L
Subrayó que a José Luis Rivas no hay manera de leerlo de un tirón, se le debe dedicar una lectura pausada y serenar sus versos desde la víspera para asimilarlos en ayuno al día siguiente.
En su intervención, Pablo Sol Mora, integrante del IIL-L, comentó que Rivas Vélez es un poeta acuático, del mar y de los ríos. Al releer su obra –desde Tierra Nativa hasta Pájaros–, dijo, es posible entrever algunas relaciones entre el nado y la literatura.
“El nadar como el escribir poemas es, ante todo, una cuestión de ritmos, hay que saber controlar la respiración (inhalar y exhalar), medir las pausas y los latidos, las sílabas o las brazadas. El nadar y el escribir son ejercicios de precisión.”
Subrayó que “al buen nadador se le identifica por la exactitud y gracia de sus movimientos, se hace uno con el agua, no se le nota el esfuerzo; mientras que los poemas de un buen escritor parecen naturales, fluyen como líquido, no denotan el trabajo que hay detrás. La maestría en ambas actividades es artificiosa, (tanto) que parecen naturales”.
Cabe mencionar que el homenaje fue organizado por los institutos de investigaciones en Educación (IIE) y Lingüístico-Literarias (IIL-L); la Secretaría Académica; las direcciones generales de Investigación, de Relaciones Internacionales y de Comunicación Universitaria, así como la Cátedra Interamericana “Carlos Fuentes”.