Un trozo de océano, del ancho de un campo de fútbol, atraviesa el centro de un pueblo y obliga a que los aldeanos se hagan una pregunta angustiosa.
Lea el artículo en el New York Times
Un trozo de océano, del ancho de un campo de fútbol, atraviesa el centro de un pueblo y obliga a que los aldeanos se hagan una pregunta angustiosa.
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