En tono jocoso, durante la segunda mitad del siglo XX en México se comentaba que el “vochito” de la Volkswagen era “la venganza de Hitler”, lo cierto es que el maravilloso automóvil llegó a ser una maravilla en su tipo. Ahora, el avance tecnológico de la electrónica nos acerca el teléfono celular, una creación del hombre que paradójicamente lo esclaviza según la dependencia a que se ha llegado. Pero ese sometimiento es de grado peligroso y ha costado la vida de numerosas personas en todo el orbe. ¿Cuántos no han caído de un balcón o al precipicio de un barranco solo por una “selfie”? ¿Cuántos más se han electrocutado durante el baño, por usarlo en la tina, la ducha o en la alberca? Es el cumplimiento de la profecía marxista de “la enajenación del hombre por el hombre”: “El objeto que el trabajo produce, su producto, se presenta como algo opuesto a él, como una fuerza independiente del productor”. Ni más ni menos.