En el reciente Consejo Político Nacional del PRI el presidente Ernesto Peña Nieto, “primer priista de México”, según el cliché, intentó calmar los ánimos de quienes aspiran a sucederlo en la presidencia de la república y lanzó aquello de que primero será el programa y luego los nombres. Esa estrategia, truco o como se le quiera llamar ha sido casi una constante, que en el PRI no se respeta, faltaba más. En tiempos de Miguel Alemán (1946-1952) se dijo que el programa era lo más importante, sin embargo la arrolladora personalidad del presidente sometió cualquier otro estilo. En tiempos de Echeverría (1970-1976) el presidente del PRI, Jesús Reyes Heroles, recomendó a los precandidatos tomar pasiflora y té de Tila para calmar los nervios, porque “primero era el plan, luego el hombre”, pero Echeverría destapó al candidato López Portillo antes que el propio Reyes Heroles se enterara. ¿Hasta cuándo podrá contener Peña Nieto el empuje de las circunstancias? Lo más probable es que en menos de doce meses el PRI ya tenga candidato, casi inmediatamente después de la elección en el Estado de México.