El encabezado corresponde al título de un libro en que el autor, René Avilés Fabila, narra algunas de sus peripecias como militante del Partido Comunista de México en la rocanrolera década de los dorados ´60. Por propia experiencia podemos asegurar que en ese partido, el comunista de México, la esencia era la ortodoxia más infantil, el sectarismo pueril e imperaba la desconfianza de uno hacia el otro: “es agente de gobernación”, “informante de Echeverría”. En las células de la Juventud Comunista fueron clásicas las “pintas” de paredes en el centro de la ciudad de México: “Muera Kennedy”, “abajo López Mateos”, “Yankis go home”, era la consigna; las prácticas de guerrilla en el Desierto de los Leones cada sábado se convertían en días de campo. Tiempos en los que en la UNAM, las escuelas de Filosofía y Letras, Economía y Ciencias Políticas eran vivero en que el Partido Comunista reclutaba militantes. Vista en lontananza, esa experiencia recuerda que la juventud quedó muy atrás, pero quien la vivió comprueba que recordar es vivir y la nostalgia es vida.