Si a Anaya, a la señora Barrales o a Dante Delgado, de improviso le entró el prurito por conseguir un Fiscal efectivamente autónomo es asunto de su conciencia, porque lo realmente importante es conseguir una institución sólidamente confiable y que el gobernante del momento esté maniatado para nombrarlo o destituirlo. El problema es institucional, pues otras circunstancias prevalecieran si la partidocracia obrara a favor del país y no en la lógica de sus intereses, o si los Congresos locales realmente fueran autónomos con capacidad para decidir libremente a su interior sobre asuntos de trascendencia, sin injerencia del gobernador correspondiente.