CAMALEÓN

El 25 de enero de 2011 es fecha histórica en Egipto pues evoca la revuelta de inconformidad contra el gobierno de 30 años de Hosni Mubarak, quien finalmente fue derrocado. Ese evento fue atribuido a las redes sociales, Facebook y Twitter, tal fue la versión que recorrió el planeta. Pero un movimiento de esa naturaleza no nace por generación espontánea, pues sin fuente de alimentación originada en las condiciones sociales, políticas y económicas prevalecientes in situ las redes actuarían en el vacío.

En México esto último debiera servir para orientarnos acerca de los motivos del rechazo popular contra el financiamiento a los partidos políticos, pues ahora se atribuye a las redes sociales la obsecuente respuesta de las dirigencias partidistas; pero no debe perderse de vista que la fuerza motriz de esa proliferación temática no radica en el ciberespacio sino en la emergencia provocada por los sismos, en el exacerbado enojo social contra la partidocracia, cuyo rico financiamiento no se corresponde con la pobreza de la mayoría de los mexicanos.

De cualquier manera, los sismos de septiembre han funcionado como elementos catalizadores de la conciencia ciudadana respecto de una clase política ayuna de sensibilidad social. Es debido a la herida ocasionada por los terremotos, con epicentro en la sociedad civil, que se otea en el horizonte mexicano la posibilidad de cambios políticos. Este sería otro de los saldos de la actual crisis.

Semejante a como ocurrió tras del sismo de 1985, en esta ocasión también habrá cambios sustantivos, porque al movimiento telúrico se apareja el movimiento de la sociedad. Previo a los sismos ni de cerca se olfateaba un giro en las circunstancias políticas del país, aunque esa eventualidad estaba subyacente en el inconsciente colectivo, la devastación provocada por los sismos le dio cauce. La fuerza social hizo eclosión a través de las redes sociales, obligando a las representaciones partidistas a prescindir de las prerrogativas para destinarlas a la reconstrucción de las zonas devastadas.

Como ocurre en todo movimiento social, una eventualidad hace reacción en cadena y va más allá, por cuanto a que el PRI retoma el ofrecimiento de campaña de Peña Nieto al proponer la desaparición de 64 senadores plurinominales y de partido. La moción incluye a diputados federales y locales por la vía de la representación proporcional, toda una convulsión política. Pero no es conveniente lanzar las campanas al vuelo, pues esos postulados de la clase política obedecen a cálculos de costo-beneficio en tiempos electorales, es una expresión mercantilista del quién da más, que pronto quedará en el aire si desde la sociedad se afloja la presión.

Sin duda el panorama ya no es el mismo: Peña Nieto recibe una inesperada oportunidad para revertir la baja percepción sobre su gobierno y servir con eficacia a los mexicanos en desgracia, hará campaña reconstruyendo; Miguel Ángel Mancera, quien estaba despidiéndose del cargo, ahora difícilmente podrá desligarse del gobierno de una ciudad devastada para pedir el voto a la presidencia. López Obrador se ha visto obligado a la discreción, e impedido para promoverse ese ayuno le aleja reflectores; el PRD se desgaja, unos hacia la derecha, otros hacia la izquierda; en el PAN, distraído en la integración del Frente, Anaya no dio a conocer el método de elección del candidato presidencial, como estaba agendado. Este solo es un saldo provisional, y por la dinámica de los acontecimientos seguramente se verá enriquecido.

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30- septiembre-2017.