Por lo visto acerca de las tropelías de Javier Duarte y pandilla que lo acompañó en el atraco a Veracruz se antoja difícil que pueda evadir el castigo de la justicia, la divina y la terrenal; solo un milagro, revestido con transa jurídica, o triquiñuelas de leguleyo podría darle oportunidad de recuperar su libertad. Porque a la voracidad por el dinero ajeno se le adjunta la irresponsable actitud adoptada en materia de Seguridad Pública para los veracruzanos, que durante su mandato estuvimos en la indefensión. Sobre esto último ya empezaremos a conocer detalles por el proceso legal contra quienes formaron la cúpula funcional de ese ramo en Veracruz y ahora están tras las rejas. Decenas de vidas humanas fueron arrebatadas por quienes debiendo estar al servicio de la sociedad aprovechaban la ocasión para ofenderla ¿cómo podría Duarte de Ochoa librarse de esas cadenas? El punto lo anota y muy bien el gobierno del estado, deber es reconocerlo en bono de confianza.