Xalapa es la capital del Estado de Veracruz, muy bella por fuera porque su entorno natural le permite un escenario de lujo siempre rodeada de cumbres y gran verdor, su clima es de excelencia y todo lo corona la vecindad con ciudades de inigualable belleza bucólica. No es posible, sin embargo, armonizar ese entorno con el subdesarrollo urbanístico por el abandono de su responsabilidad de las sucesivas autoridades municipales, por ineptitud, corrupción o displicencia. “A Xalapa todo gobernador debe aportarle algo porque es el asiento de los poderes del estado”, decía con sapiencia Rafael Murillo Vida, él hizo lo suyo. Pero en cuanto a los alcaldes pocos han dejado su huella, es reducido el número de quienes han abordado la solución de sus problemas estructurales, los más solo han sido cubre baches. El contraste deviene cuando se disfruta la visión de los centros históricos de Córdoba y Orizaba, que eventualmente fueron capitales de este estado, entonces da grima recordar el triste espectáculo del Parque Juárez, de los más bellos del país, pero arrumbado por la ineptitud de sus autoridades pasadas a la condición de parque de rancho, todo porque no pudieron o fueron cómplices del ambulantaje. Y de la movilidad citadina, ni hablar, se requiere para eso de gobiernos responsables ni simuladores y corruptos.