“Que esta situación tan angustiosa en que estamos viviendo, sea una noche mal dormida; que esto pase para que volvamos a ser un Estado que sabe sonreír”, son palabras del obispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera recién ascendido a Cardenal. Esta reflexión sonaría a poesía si no reflejara fielmente la patética realidad que acongoja al pueblo de esta entidad; lejos quedaron los apacibles tiempos del alegre Veracruz, poeta y jarocho, o campesino y poeta al que Agustín Lara cantaba: “rinconcito de patria que sabe cantar y reír”, ese que las nuevas generaciones desconocieron y la generaciones de antaño añoran pero que, como las golondrinas de Becquer, no volverá.