Van a ganar más los albañiles, van a ganar más los profesores, van a ganar más los trabajadores, van a ganar más los empleados, la “casa embrujada” de Los Pinos se convertirá en un espacio para el arte, la cultura, que ni Nueva York, Paris, España lo tienen; los estudiantes tendrán becas de 3, 600 pesos mensuales, “becarios sí, sicarios no”; la pensión de los adultos mayores aumenta desde diciembre, incluye a los pensionados del ISSSTE y del Seguro Social; se cancela la llamada reforma educativa… Así, por ese jaez fueron los planteamientos de AMLO, un candidato cuyo discurso asume ya características de mando; en verdad resulta cómodo para el candidato un discurso antisistema, que dice a la gente lo que quiere escuchar, el que pinta con sarcasmo nuestra realidad, y acaso diga verdad, pero de ninguna manera significa un cambio automático y que vaya a cumplir sus ofrecimientos. Pero lo dice un candidato en busca del voto, hace lo suyo, pero genera expectativas irrealizables en el corto tiempo y bordea en el riesgo de una muy pronta desilusión; pero queda a cargo de la ciudadanía depositar con su voto la voluntad de lo que quiere para el futuro de México no sin previamente reflexionar sobre el mejor camino para conseguirlo.