El presidente del PAN era Ricardo Anaya cuando ese partido conquistó en 2016 el gobierno de seis entidades federativas, la joya de la corona fue Veracruz. Esos triunfos envalentonaron a Anaya y fue por más, el Estado de México, joya de mayor significancia electoral que Veracruz, de perdida Coahuila porque su ego político y sus proyectos personales así lo requerían. El PRI ya no cedió a las exigencias de su aliado en propósitos legislativos, ya había entregado mucho, demasiado riesgoso para el futuro inmediato. En el Estado de México no pintó pero en Coahuila judicializó la decisión pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) validó el triunfo del priísta Miguel Ángel Riquelme Solís. Allí está la raíz de la conducta electoral actual, origen y rumbo de lo que pudiera darse en este proceso. La comprobación está a la vuelta de las semanas venideras.