En la realidad del diagrama partidista de México, excepto Morena, los demás partidos quedaron estupefactos, aunque algunos sobreviven en la nómina del INE no corrieron con esa suerte ni el PES ni el PANAL que pasaron al archivo muerto de la nación. El estruendoso fracaso electoral del PRI lo mantiene en “la reflexión”, mientras que el otro partido histórico, el PAN, se reactiva por razones estatutarias para elegir a su nuevo dirigente nacional. Pero tiene gran dificultad para conciliar intereses porque está profundamente dividido gracias al anayismo que a pesar de la derrota pretende conservar la dirigencia panista. Sin embargo, este partido es la primera fuerza de oposición y debe resolver cuanto antes sus diferencias internas, lo cual sería difícil de conseguir en el corto plazo porque el grupo de Anaya controla los órganos internos de decisión partidista y no soltarán la presa tan fácilmente. En ese contexto, el PAN podría perder la oportunidad de convertirse en la referencia partidista de mayor peso, después de Morena por supuesto.