Corrupción, corrupto, corruptelas, son los términos a los cuales debemos empezar a acostumbrarnos porque al parecer se utilizará como ariete para calificar, o descalificar, al adversario político. Andrés Manuel López Obrador los utiliza con frecuencia, por consiguiente, sus seguidores lo siguen con apego mimético. Lo hizo ayer la presidenta nacional de MORENA, Yeidckol Polensvnski, al acusar de corrupto al Fiscal del estado por supuestamente habitar una casa propiedad de Adolfo Mota, pero enseguida asienta que “de corroborarse” Winckler debe renunciar. Estamos en el entendido de que se trata de golpeteo político, pero como el pueblo no es tonto, debiera respetarse su inteligencia. Por lo demás, si se comprueba lo de la casa habitada por Winckler, por supuesto que debe dar cuentas sobre ese asunto, y si la casa es producto del vómito negro debe ser incorporada al patrimonio estatal.