Aunque entre políticos la dignidad no es una virtud muy practicada, de cualquier manera, un gobernador debe darle su lugar al cargo, por lo cual no resulta cómodo ser abucheado por gente de su pueblo, y menos en presencia del presidente de la república. Pero los gobernadores de oposición tardaron demasiado en protestarle al presidente por el sugestivo abucheo de que son objeto cuando lo acompañan en un acto público, una “coincidencia” que apareció a partir de la presidencia de López Obrador. Hasta para un párvulo en eventos públicos era perceptible que las nada espontáneas rechiflas son un concierto de viento bien organizado, y ha sido hasta ahora que a través de la Conago protestaron y decidieron ponerle fin al escarnio público del cual eran objeto. Primero lo hizo el gobernador de Colima, ahora el gobernador de Aguascalientes declinó el honor de acompañar al presidente en su visita al estado, y el gobernador de Zacatecas ya avisa que se abstendrá de acompañar al presidente si no le permiten organizar los eventos de su visita. Tarde, pero peor hubiera sido abdicar en silencio.