Quizás para no echarle más leña al fuego, el presidente López Obrador hizo referencias muy marginales al problema de la inseguridad en su visita a nuestro estado: “Tengo mucha confianza en que vamos a resolver el problema de la inseguridad y la violencia en Veracruz y en el país…”. Pero no definió qué estrategia aplicará en la entidad veracruzana donde de norte a sur, sin freno alguno, impera la delincuencia. Pero eso de que la delincuencia disminuirá porque habrá trabajo y bienestar no inspira mucha confianza, pues son asuntos de muy largo plazo; su discurso giró sobre el mismo engranaje de atribuir al pasado los males del presente, aunque tiene mucha razón cuando afirma que “No hay fronteras, no se sabe dónde termina la autoridad y donde empieza la delincuencia…” porque es de sobra conocida la participación de elementos “del orden” en connivencia con los criminales. Y lo único real es que hasta ahora el crimen retoza plenamente en territorio veracruzano.