Está comprobado que al gobernador Cuitláhuac García no le gustan los reflectores, que prefiere trabajar lejos de la parafernalia de “la comunicación social”, privilegiando un programa de 120 acciones en obras de rehabilitación, mantenimiento de carreteras, construcción de puentes y puebleando, quizá apela a aquello de, según se dice en el argot político, lo que importa son los resultados. No obstante, está por verse la eficacia de esa estrategia, porque en política cuentan mucho las apariencias, la forma, esas que, al contrario de Cuitláhuac, han privilegiado sus antecesores. Pero ningún extremo es bueno, lo dice bien el refrán: ni tanque que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Por ahora la estrategia del gobernador no favorece su imagen