¿Cómo hemos de tomar los mexicanos esa fotografía de nuestro Secretario de Relaciones, Marcelo Ebrard, con el Presidente Trump de los EEUU? ¿Cómo un toque de orgullo porque Trump, en “encuentro amistoso”, felicita al gobierno mexicano por hacer un trabajo “increíble” para controlar el flujo de migrantes, una condición impuesta por aquel gobierno a México para no imponernos aranceles? ¿Cómo una muestra de lo bien que rectifica el gobierno mexicano de su inicialmente errónea apertura de la frontera sur? ¿O como un gesto exhibicionista del presidente-candidato que busca su reelección, y el gobierno mexicano le pone en bandeja un buen argumento para que Trump presuma entre sus fieles que es capaz de cumplir su ofrecimiento de controlar el ingreso de migrantes a su país, aún sin muro?