Obras son amores, no buenas razones, reza conocido refrán, aplicable a la muy sinuosa relación de los empresarios con el gobierno de López Obrador que genera desconfianza entre los inversionistas de dentro y de fuera del país. Acciones como el actual arbitraje entre la Comisión Federal de Electricidad y las compañías que construyeron el gasoducto Samalayuca-Sásabe, Carso, de Carlos Slim, que, aunadas a otras de no menor importancia, han tensado las relaciones entre los dueños del capital y el gobierno. Pudiera deberse al arranque del gobierno, pero lo deseable es que haya mejor empatía entre ambas instancias, porque sin inversión no hay crecimiento económico.