Es un hecho que la actividad policiaca conlleva riesgos bastante serios, en sus acciones se juegan la vida porque en los enfrentamientos con la delincuencia no se tiran ni piedras ni flores, sino balas mortales. Desafortunadamente fallan los controles de reclutamiento y el sistema de control interno por lo cual se infiltran malos elementos cuya letalidad se potencializa con la chapa policiaca y permiso para portar armas, lo cual sucede en Veracruz una y otra vez: no concluye aún el caso del supuesto suicidio del excomandante de Mixtla de Altamirano acusado de ser autor material del asesinato de la exalcaldesa de ese lugar y ya se ventila un caso de desaparición forzada a elementos de Maltrata. No es asignatura nueva, sí en cambio un añoso problema que ni los de antes ni los de ahora han podido resolver. La sociedad duerme con el enemigo.