Héctor Coronel-Brizio
En una entrevista el destacado filósofo, matemático y escritor Galés, Bertrand Russel (1872-1970), hizo un comentario acerca de que una persona debe creer lo que se sabe cierto y no creer lo que se sabe falso, así como evitar opinar sobre algo cuya veracidad se desconoce, pues resulta deshonesto y “dañino para la integridad intelectual” creer o sostener como cierto algo, únicamente porque así nos conviene, sin ningún fundamento.
Russell, recibió en 1950 el premio Nobel de literatura y se distinguió, además de sus múltiples aportaciones a las matemáticas y a la filosofía, por ser un defensor de la libertad de expresión y de pensamiento, lo cual es el motivo de que hagamos referencia a él en esta breve reflexión, sobre la necesidad de promover el pensamiento crítico, de la sociedad, especialmente entre estudiantes y académicos.
De ninguna manera soy un experto en temas de filosofía, sino que hago uso de lo aprendido en diversos cursos y en mi actividad académica por lo que, como siempre, estoy abierto a las precisiones de los expertos.
La ciencia no hace diferencia entre lo bueno y lo malo, sino que trata de obtener conocimiento con base en los hechos y esto tiene una implicación que mis pocos lectores seguramente ya conocen y que consiste en diferenciar cuándo nos encontramos discutiendo opiniones contrastadas o bien cuándo nos encontramos presentando argumentos para obtener una conclusión verdadera.
Así, discutir con alguien qué equipo de futbol es mejor, cuál es el mejor partido político o bien la mejor manera de hacer algo, es simplemente perder el tiempo, pues los seres humanos al parecer fundamentamos nuestras creencias en nuestros deseos o conveniencias y no, generalmente, en un pensamiento objetivo y razonado.
He afirmado que considero que todos, en mayor o menor medida, tenemos una intuición de lo que constituye un resultado o afirmación científica, y aunque no siempre es el caso, los científicos deben tener una formación suficientemente sólida para no caer en la tentación de creer en aquello que se desea, sino en lo que los hechos pueden demostrar.
Por ejemplo, es común ver cómo algunas personas, incluso algunos con formación académica aceptable, se enfrascan en discusiones acerca de opiniones encontradas con un perfil evidentemente falso (bot) en redes sociales. Más aún, algunos de ellos lo hacen con el propósito de dar credibilidad al falso perfil, aunque es obvio que quien discute, descalifica o insulta, o es un perfil falso o alguien con quien no tiene caso entablar un intercambio de opiniones. Algunos otros simplemente emiten opiniones siempre negativas sobre cualquiera que sea el tema, en un permanente desacuerdo con todo.
¿Qué tiene que ver lo anterior con la ciencia y algunas de las ideas de Russell? Es un ejemplo cotidiano que muchos podemos comprobar, que las acciones humanas parecen ser guiadas en su mayor parte por sus deseos o conveniencia, y ello nos lleva a comprender la necesidad de la tolerancia; siempre habrá alguien que opine distinto a nosotros y no es posible cambiarlo.
Si una sociedad cuenta con un nivel educativo adecuado, tanto la tolerancia como la capacidad de diferenciar una opinión de un hecho comprobable, incrementa de modo signifcativo la posibilidad de convivir de mejor manera.
Las comunidades universitarias, en todo el mundo, debemos privilegiar la aceptación de los hechos que nos conducen a una conclusión verdadera, aunque no nos guste, pues este es otro de los beneficios que podemos aportar a la sociedad a la que nos debemos, dejando de guiarnos por nuestras creencias o intereses.
En todo el mundo, habrá quienes crean que son más inteligentes que los demás y tienden a confundir la tolerancia y la apertura a formas de pensamiento distintas, con la errónea suposición de que los demás creen sus mentiras.
Nuestra actitud, en el sentido que puedo interpretar de las afirmaciones de Russel, debe ser humilde ( no sumisa), tolerante y abierta a aceptar todo aquello que no conocemos, pero también empezar a combatir las mentiras con hechos irrefutables, pues de otra manera, cometeremos el grave error de disminuir el valor de la razón y de la ciencia.
Y si de guiarse por los deseos se trata, a mí me guía el deseo de que en nuestras vidas prevalezca la razón, por sobre cualquier otra creencia que atente contra el bienestar de una sociedad.
Desde luego, lo que aquí expongo, es sólo mi opinión…