No recuerdo lo que hice el 26 de noviembre de 2021. Si era día laboral o fin de semana. Un día como cualquier otro en la vida de usted y en la mía.
Pero no fue un día cualquiera en la vida de un inocente niño de 5 años, Lucio Dupuy, quien después de 2 horas de brutales golpes y vejaciones, perdía la vida a manos de seres abominables, perversos y miserables.
No, no es un caso de secuestro o de crimen organizado. No fue una vendeta entre grupos rivales del narcotráfico. No fue un asesino serial de menores.
Quien mató a Lucio Dupuy fue su madre, Magdalena Esposito y su pareja sentimental y cómplice de asesinato, Abigail Paez. Según reportes psicológicos, ambas mujeres odian a los varones y veían en el niño un obstáculo en su relación de pareja.
Aquí, el caso se complica e implica a más personas, todos servidores públicos que no hicieron lo que debían, con motivo de su encargo, pero que no sufrirán castigo alguno por su negligencia en el caso concreto.
Resulta que Lucio vivía con su papá y abuelos paternos, pues la madre asesina lo abandonó por dos años. Según registros, la mujer vivió vendiendo drogas en otra ciudad y se volvió adicta, cuando menos, a la marihuana. Justo a los dos años de haberse ido, regresó y demandó del padre la guardia y custodia del niño.
La señora Ana Clara Pérez Ballesteros, Juez del caso, sin valorar el cúmulo de probanzas que, a cualquiera con 2 dedos de frente, avisaban del peligro que correría el niño, solo basada en su fanatismo de género, dictó a favor de la madre.
Durante tres meses antes de morir, Lucio fue ingresado a distintos hospitales, cuando menos, 6 veces, por lesiones, fracturas y luxaciones. Jamás, en ningún caso, se reportó a las autoridades nada sobre estos hechos.
El niño empezó a dibujar seres sin ojos, sin piernas y llorando, signo inequívoco de un grito de auxilio a su maestra, Marianela Sierra, quien desestimó el SOS y no pidió intervención de las autoridades.
La autopsia es digna de cualquier película de terror: traumatismo en la cabeza con edema cerebral, moretones en cara, hemorragias internas, signos de abuso sexual por la vía rectal y estallamiento múltiples de órganos.
Hoy, 2 de febrero de 2023, el crimen de odio por el simple hecho de que Lucio era hombre, se dictó sentencia. Son culpables. La pena será de cadena perpetua para esas bestias.
Pero, ¿y la Jueza, la maestra, los doctores que recibieron 6 veces a Lucio con lesiones graves y no dijeron nada ni avisaron a la autoridad?
¿Y las instigadoras mediáticas que, con su campaña de división y odio, generan ambientes tóxicos como el que le tocó vivir a un niño de 5 años, qué dijeron del caso? Cuando menos una de ellas, Mariana Abiuso, tuvo vergüenza y cerró todas sus redes sociales al verse acorralada y señalada, como nunca, de ser promotora de este típico de acciones.
Las autoras materiales tendrán su castigo. Pero las instigadoras y cómplices del delito siguen libres, sin proceso alguno y sin dignidad en sus respectivos trabajos.
La ideología, cualquiera que esta sea, no debe imponerse a rajatabla, por quienes la promueven. El odio y la división de las personas no lleva a nada bueno y sí genera violencia, en cada bando o grupo existente en el conflicto. El fanatismo degrada y hace perder objetividad a quienes tienen el deber de aplicar la ley a favor de quien tiene mayor derecho, siempre poniendo por encima de todo, el interés superior del menor.
¿Cuántos Lucios deberán aparecer para que, en casos como este, no solo se sancione a los agresores directos, sino a quienes tuvieron en sus manos evitar situaciones terroríficas, de dolor e indignación?
Esto no es un plagio de una tesis. Lo hecho por la Juez Ana Clara es, si se comprueba que resolvió por su fanatismo y no conforme a derecho, no merece la destituido del cargo, sino la cárcel. Igual con la maestra y los médicos.
Mi pregunta es: ¿si hubiese vivido con el papá, hubieran actuado distinto los médicos y la maestra?
Si la respuesta es afirmativa, Argentina nos da un claro ejemplo de la maldad oculta tras el falso discurso de género, que en vez de unirnos, nos está dividiendo de tal forma que las “bajas colaterales” empiezan a aparecer de manera alarmante
Lucio no merecía morir así. Nadie lo merece.
MORALIDADES. 2 de febrero de 2023.