Según dijo el presidente de la república para justificar el inclemente aumento a las gasolinas, de no haberlo hecho sería peor, no dijo más. Pero corresponde a cada secretario de despacho hacer lo propio y cada cual declara a su manera siempre ponderando la necesidad de la medida gubernamental: Meade, el de Hacienda, dice que no hay de otra y ya no habrá marcha atrás; el presidente del PRI señaló que en otras partes del planeta la gasolina es más cara; Aurelio Nuño asegura que de no haber incrementado el precio del combustible “se estaría anunciando el cierre de escuelas”. Por ese camino el de Agricultura dirá que no habría producción agropecuaria, el de Economía que el chayote costaría más caro, el de Turismo que ya no viajaríamos al extranjero. Al final el pueblo paga el cuento de los políticos.