- A través del mexicano Francisco Pimentel y el venezolano Simón Rodríguez
- “Es útil regresar a relatos del siglo XIX y nutrirse de su potencia”, destacó Rafael Mondragón
Karina de la Paz Reyes Díaz
Xalapa, Ver., 20/06/2017.- Mónica Quijano y Rafael Mondragón, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), exhibieron a través del mexicano Francisco Pimentel y el venezolano Simón Rodríguez el pensamiento conservador, así como el radical y libertario del siglo XIX.
Ambos protagonizaron la Mesa 4 “La historia y sus márgenes” del Coloquio Internacional “Historia e historiografía de las Américas siglo XIX. Entre la historia y la literatura”, en el marco de la Cátedra “José Martí” de la Universidad Veracruzana (UV).
Quijano presentó “La construcción de la literatura nacional y las literaturas en lenguas indígenas”, y Mondragón “La democracia radical, más allá del liberalismo y el conservadurismo”. Fueron moderados por el coordinador de la Cátedra “José Martí” e investigador del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la UV, Rodrigo García de la Sienra.
Mónica Quijano, también coordinadora del proyecto “Historia de las literaturas en México” de la UNAM, centró su ponencia en Francisco Pimentel (1832-1893) y aclaró que tal texto parte de la inquietud de emprender un trabajo historiográfico sobre cómo surge, se desarrolla y afianza el concepto de literatura en lenguas indígenas.
Para ella, la postura de éste frente al legado indígena es fundamental: “Para Pimentel los orígenes de la historia literaria nacional están en la Nueva España; sin embargo, la huella de ese pasado precolombino se manifiesta como la idea de un pasado que se quisiera superado, pero que acecha y emerge en el presente de la nación”.
En su época él fue valorado y reconocido por un ambicioso proyecto filológico intitulado Cuadro descriptivo y comparativo de las lenguas indígenas de México o Tratado de filología mexicana, publicado por primera ocasión en 1862; asimismo, emprendió otro amplio proyecto intitulado Historia crítica de la literatura y las ciencias en México desde la Conquista hasta nuestros días, del cual sólo alcanzó a preparar la edición dedicada a la poesía.
La investigadora de la UNAM hizo mención a una obra más: Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena de México y medios para remediarla (1865), que fue dedicada a Maximiliano de Habsburgo.
“La historia crítica de la poesía en México sitúa el origen de la literatura nacional en la época colonial, antes de ese periodo no se registra nada. Si bien Pimentel domina las fuentes del siglo XVI sobre la cultura Náhuatl –la más conocida y trabajada–, decide ignorar esta cuestión o más bien negarla.
Señala que en estas lenguas nunca hubo algo parecido a la literatura. La única concesión a algo que podría asimilarse a una literatura escrita en lenguas originarias sería la que él denomina indo hispana y a la que le dedica un breve apartado en su Historia…”
Para ilustrar el pensamiento de Pimentel citó fragmentos de su obra, como éste: “La literatura de México propiamente dicha, desde la Conquista, es la que consta de arte europeo e idioma castellano, porque éste es el dominante en nuestro país en todas las materias –en lo oficial, lo científico, lo literario y el trato común– mientras ‑que los idiomas indígenas se han convertido o se van convirtiendo en lenguas muertas, con la circunstancia de carecer de literatura”.
La investigadora planteó como necesario comparar la postura de Pimentel, que es la del grupo que representa, la de los liberales conservadores, con las propuestas de los liberales socialistas como Ignacio Manuel Altamirano.
En su intervención, Rafael Mondragón lamentó el clima de violencia que predomina en el país desde hace más de una década. “Esas cosas hay que decirlas, porque también están presentes en reuniones de este tipo, porque en medio de esto, aún puede ser útil regresar a los relatos de algunas utopías del siglo XIX y nutrirse de su potencia, fragilidad y dificultad”, dijo.
Su texto se centró en Simón Rodríguez, cuyo discípulo fue el libertador Simón Bolívar. Citó “fragmentos de un libro infinito, una obra abierta que se ofrece desnuda a sus lectores sin cerrar sus temas, invitándolos a seguir la pista, completando el libro por medio de la lectura, que como se ha dicho aquí es también reescritura. Como ocurrió con El Capital de Marx y tantas otras obras del pensamiento radical, Sociedades americanas de 1828 es una obra inconclusa”.
El investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, remarcó que lo común en la historia del pensamiento radical son libros inconclusos, grupos que aparecen y desaparecen, locales que abren y cierran, lectores que consiguen los libros que aman con grandes trabajos, gente que aprende a leer y escribir, que escucha y memoriza.
“Por ello, también, es tan importante explicar la historia de la conquista de condiciones que a veces permiten una cierta continuidad entre lectores, lecturas y proyectos sociales e intelectuales. Historias de cómo se articula una tradición intelectual subalterna.”
A manera de conclusión, Mondragón remarcó que con el relato presentado a los presentes intentó hacer uso de la astucia del archivo, que recupera detalles, reúne papeles dispersos del pasado, entorno de una pregunta que “También he hecho uso de un conjunto de indagaciones inéditas realizadas por investigadores del continente, quienes trabajan en condición de precariedad y desde ella intentan revertir la producción social del olvido contra la que también lucharon los pensadores que les conté, cuya obra no puede ser entendida en la reducción a la historia de las élites desde la que hoy trabaja buena parte de la historia intelectual.”
Esta actividad se desarrolló el viernes 16 de junio en la Sala 1 de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa.