CAMALEÓN

Por Alfredo Bielma

Si creyéramos a pie juntillas el contenido de los informes de gobierno- de presidentes de la república, gobernadores y alcaldes- obtendríamos una concepción sin duda equivocada del estado en que se encuentra la república mexicana en los órdenes de la economía, de la política y el social. La explicación pudiera encontrarse en que en este país un informe de gobierno sobre el estado que guarda la administración pública difícilmente sirve para formular un diagnóstico verídico sobre la realidad, debido a que su base fundamental está plagada de eufemismos.

No es México un ejemplo de país democrático, estamos muy lejos de haber alcanzado un estadio de desarrollo político que lo equivalga. La larga hegemonía de un solo partido político marcó buena parte de la historia de este país; en los hechos nada de lo bueno o malo de lo que ocurre en nuestro sistema político carecería de sustento sin hacer referencia al Partido Revolucionario Institucional, su existencia es consustancial a la historia del siglo XX mexicano. No es difícil sustentar el aserto, existen múltiples casos que lo explicarían. Por ejemplo, el tipo de gente que ha llegado al cargo de gobernador en los diferentes estados de la república, un breve análisis sobre su actuación revelaría parte de nuestra historia y cultura política.

En 1980 se publicó un interesante recuento acerca de la actuación de algunos gobernadores; fue una compilación de reportajes y entrevistas llevadas a cabo por reporteros de la revista Proceso. Sin duda, visto en retrospectiva nos da una idea muy completa de nuestro subdesarrollo político. Veamos solo algunos casos:

Si en la vida diaria se dice que las cosas se parecen a su dueño, en la política cada presidente de la república puso gobernadores de acuerdo al grado de cercanía política o de amistad. Echeverría hizo gobernador a Oscar Flores Tapia en Coahuila, el tercer Estado más grande de México, con 151,157 kilómetroscuadrados. El culto a la personalidad empezó desde la etapa electoral haciendo referencia a que el personaje central, el candidato, desde niño sabía que iba a ser gobernador; de familia pobre, de niño fue bolero, mozo, cocinaba para su madre,  fue agente de tránsito, y gracias a su inquebrantable tesón llegó al gobierno de Coahuila. Ya en el cargo, para olvidar los sinsabores de su infancia de pronto sus bienes se multiplicaron; a uno de sus ranchos vox populli lo bautizó como “El Jocoque” “porque apareció de la noche a la mañana”. Entre sus ocurrencias anunció que el estado produciría un millón de litros de leche, un despropósito que hizo decir al Secretario de Agricultura de Echeverría que el intento era posible “siempre que se sembraran forrajes incluso en la Plaza de Armas”.

Al primer año de su gobierno surgió la colonia “Los Laureles”, que muy pronto la perspicacia pública bautizó como “Los Claveles” pues allí vivían varios de sus colaboradores. Buen padre, a sus hijos les dio chamba en el gobierno; a uno lo puso en Obras Públicas; otro en Adquisiciones; a su hija Directora Administrativa del DIF; otra más, Directora de Control Presupuestal. El rumor popular por este detalle solo compitió con el propósito del gobernador de traer camellos para el desierto de su tierra. Quien sabe porque, pero llegó a ser uno de los hombres más ricos de su estado. Al final fue acusado de contrabando y sometido a juicio del que no salió muy bien librado.

Tres meses estuvo secuestrado por la guerrilla de Lucio Cabañas en la sierra de Guerrero el que ya ostentaba el rango de candidato del PRI al gobierno de ese estado, Rubén Figueroa Figueroa, en esa condición ganó las elecciones y logró el cargo. Seis meses llevaba en funciones cuando el 2 de diciembre de 1974 el guerrillero Lucio Cabañas fue muerto por la tropa que en número de 5 000 desplegó el ejercito en su contra, se decía. Durante su mandato Figueroa fue acusado de desaparecer a por lo menos 300 personas.

Para cuando Figueroa ascendió al cargo, solamente tres gobernadores de Guerrero habían concluido su mandato: Rafael Catalán Calvo, Baltazar Leyva Mancilla y Raymundo Abarca Alarcón, los otros por diversas razones-destitución, renuncia o muerte- no pudieron concluir el término constitucional para el que fueron electos, un estado muy conflictivo debido a los enormes rezagos sociales. Pronto empezaron los problemas entre gobernador y gobernados. Los taxistas se quejaban porque el mandatario había regalado 250 placas a familiares y amigos ajenas al gremio. A una comisión que exigía agua entubada les mandó a decir: “ si quieren agua vayan al parque con cubetas porque ahí voy a hacer chis”

Sobre los desaparecidos político, a pregunta expresa, decía: ¿Qué donde están los desaparecidos políticos? Bueno, pues están muertos, definitivamente. Asó como lo oye muertos. Y ni modo que los vaya yo a desenterrar. A ver, ¡resucíteme usted a Pancho Villa! ¿Y quién los mató?  “Dicen que el gobierno, pero el gobierno es desde el primer gendarme hasta el presidente de la república. Así es que dentro de esa gama busquen a los responsables”.

Arturo Noriega Pizano gobernó Colima a partir de 1973, su arribo fue circunstancial porque el gobernador electo Antonio Barbosa Heldt antes de tomas el cargo se suicidó. Pronto fue acusado de corrupto y prepotente. A una petición de aumento del subsidio para el Patronato del Niño Colimense y más dotaciones de leche, el gobernador contestó: “Denles pastura ¿qué no ha visto cómo crecen fuertes los caballos con ese alimento? Y no les concedió nada”. “Más que un poder independiente el Congreso participa del modo de gobernar de Noriega Pizano; autoriza el gasto público sin analizar fuentes y destino del presupuesto estatal. Aprueba leyes sin revisarlas…”

Dos actores quizás involuntarios del sangriento episodio escenificado el 10 de junio de 1971 alcanzaron el gobierno de sus respectivos estados: Rogelio Flores Curiel en Nayarit y Alfonso Martínez Domínguez, en Nuevo León; este último era regente de la ciudad de México, aquél, jefe de la policía cuando los trágicos acontecimientos. Ambos se dicen víctimas y todo mundo adivina de quien. Ambos renunciaron a sus encargos en 1971 para dar paso a las investigaciones que supuestamente se harían respecto de los culpables de la matanza de estudiantes. Años después Flores Curiel, ya senador, alcanza la candidatura del PRI al gobierno de su estado y enfrenta una fuerte oposición organizada en el Partido popular Socialista cuyo candidato vencedor en la elección es abandonado por el dirigente nacional Jorge Crusckhan García para facilitar el triunfo priísta y a cambio de una senaduría por Oaxaca. Así Llegó a Nayarit Flores Curiel, a propuesta del Presidente Echeverría.

Martínez Domínguez fue un caso de resurrección política, el “Alfonso Levántate y Anda” corrió a cargo del presidente López Portillo en 1979. Empezaba con este destape de uno de los acérrimos adversarios del ex presidente Echeverría el deslinde de López Portillo con su antecesor. Político de tiempo completo Martínez Domínguez gobernó NL combinando su alianza estratégica con el poderoso Grupo Monterrey-un poder fe facto en ese estado- y su estrecha relación con Fidel Velazquez, eterno mandamás dela CTM. Fue un auténtico caso de “la cultura del esfuerzo”, muchísimo antes que este eslogan se popularizara con Colosio.

El común denominador de estos gobernadores, a parte de su militancia priísta y de que llegaron al cargo como muchísimos otros de su tiempo por el dedazo presidencial, fue su triunfalismo informativo; ninguno de ellos confesó ineptitud ni corrupción, todos informaron buenas nuevas a sus respetivas ciudadanías. Júntense las “grandes obras” de los gobiernos que presidieron y encontraremos “un México feliz” Aunque usted no lo crea.

alfredobielmav@nullhotmail.com

Agosto 2011