CAMALEÓN
Por Alfredo Bielma

Con el inicio de junio comienza la cuenta regresiva del proceso electoral con cumbre el primero de julio próximo, quedan pocos días para quienes aspiran a un cargo de elección popular, y de entre ellos habrá a quienes el tramo es corto por cuanto a su circunstancia poco favorable, otros no ven la hora del final para dedicarse al retozo después de participar por encargo y solo para hacerle la malora al otro. En la liturgia electoral mexicana un mes es poco tiempo, en otros países de democracia más desarrollada, con ciudadanía más participativa y mejor enterada es más que suficiente para obtener los elementos y depositar un voto razonado o meramente partidista, voto duro pues.

“Voto duro”, “voto útil” son dos elementos de intenso protagonismo en elecciones muy competidas, juntos son producto de un escenario en el cual se centraría el debate si no interviniera con acentuada influencia en el imaginario colectivo la “preferencia”, ese fenómeno colectivo devenido de la subjetividad individual subrayadamente afectada por diferentes factores: la desigualdad social, la amplia brecha entre pobres y ricos, el enojo o la angustia social estimulados por la inseguridad y la ola delincuencial que azota al país, integran el caldo de cultivo apropiado para fermentar un voto de castigo, el de “no importa cuánto venga, “más” peor no podemos estar”, aunque después se sustituya por el “nos iba mejor cuando estábamos peor”.

En ese escenario las condiciones están dadas para la aparición de un “Salvador”, el instrumento del cambio, el mesías que quita todo el pecado del mundo y enrumba a la sociedad hacia el amor y la paz, el bienestar, la esperanza, el paraíso en donde se otorgan becas y pensiones a granel. Este combustible mueve al gran Leviatán, “esa especie de monstruo feroz presto siempre a renovar la audacia de los antiguos titanes”, decía Platón del Demos, en el cual no cabe la reflexión y está siempre a expensas de caer víctima del mito y la mentira. Andrés Manuel López Obrador es el candidato presidencial que ha movido esas fibras sociales tan lastimadas por la desesperanza, tras un gobierno con bajísima aceptación pública cuyo desempeño tendrá que esperar a ser evaluado a posteriori, en frío, porque deja huella física y números aceptables en cifras macroeconómicas.

Pero lo inmediato tiene como fecha límite el primero de julio próximo, en la apariencia el resultado es previsible, en los hechos nada para nadie.

En nuestra aldea es innegable la influencia del Movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, la actitud del candidato al gobierno veracruzano lo dice todo: confiado en el imán del lopezobradorismo se atiene a las iterativas visitas del candidato presidencial a la entidad, allí se arropa Cuitláhuac García porque a cielo abierto como aspirante encuentra dificultad para su desempeño, paradójicamente lo frena e impide actuar con libertad. Diez puntos de delantera son muchos, pero si fueran efectivos López Obrador no estuviera en Veracruz con la asiduidad semanal con que agenda sus visitas; el dato también revela la volatilidad de los puntos de ventaja en la virtualidad de las apreciaciones a su favor.

Toda campaña político-electoral bien estructurada recibe fuerte impulso proveniente de la operación de sus cuadros activistas, obviamente, también de la estructura territorial cuya extensión favorece a la candidatura que postula. En este aspecto, el candidato de la trilogía PAN-PRD-MC, Miguel Ángel Yunes Márquez, cuenta con apoyos de singular valía, son cuadros nutridos en la operación política, curtidos de añosa experiencia, los liderazgos locales atraídos hacia esa granja constituyen la fortaleza de una campaña diseñada para el intenso cabildeo sin descuido de la concentración masiva; además, el ser auspiciado por un partido en el gobierno aporta un plus de considerable importancia; cuando la competencia es intensa, y todo indica que lo es, un error de cálculo sublima o defenestra.

Tras largo protagonismo como partido hegemónico, el PRI retornó al poder federal después del interregno de la alternancia, aunque en circunstancias diferentes a aquellas del poder resplandeciente y sin obstáculos. Como suele ocurrir, la suerte del principal impacta a lo accesorio, y en esa medida el desempeño del gobierno federal, aunado a doce años de amargas experiencias estatales heredaron al PRI circunstancias muy adversas. Contra esa animosa corriente batalla Pepe Yunes Zorrilla, el político de siete campañas electorales que se mantiene en la lucha electoral con índices competitivos aceptables, derivados de su fructuosa gestión benéfica para diversos sectores de la población veracruzana, tal condición le formula la hipótesis de un agradecimiento convertido en votos de quienes resultaron favorecidos por aquellos logros.

Si lo aquí descrito refleja auténticamente el escenario político electoral veracruzano llegaríamos a la conclusión de que hasta el momento la moneda sigue en el aire y que, al margen de encuestas y rumores, será el voto ciudadano depositado el 1 de julio el ariete escrutiñador que nos avise quién será el próximo gobernador de Veracruz.

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