Fueron muchos años en la oposición, sufriendo menoscabo moral y político, bloqueando calles y carreteras, induciendo a grupos inconformes a la protesta con signos de provocación, alentando movimientos antisistema, sometido por la ley y por los actos de autoridad cuando estos se consideraron necesarios, dos veces candidato a la presidencia sintiéndose despojado del triunfo, fue todo un caudal de experiencias que impulsaron a AMLO para intentar una tercera candidatura a cuyos propósitos ayudaron la inoperancia y corrupción del gobierno en turno para elevarlo a la presidencia de México. Con esos antecedentes se antoja difícil que López Obrador no imagine una hipotética reelección, la Ley Garrote en Tabasco, la intentona legislativa de Baja California y la iterada insistencia sobre la revocación del mandato que, aparentemente inconexos, podrían tomar sentido en el porvenir inmediato. El caso de Evo Morales en Bolivia ilustra la pasión por el poder y es subrayable referencia para medirle el agua a los camotes en México.