En México se ha convertido en
costumbrismo enterarse de averiguaciones judiciales contra políticos en
desgracia. Este hecho sirve de catarsis para la sociedad mexicana en tiempos de
cambios en las estructuras políticas del país, tiempos de evolución política
dinamizados por la llegada al Poder de un Movimiento con consigna
transformadora y recia convicción de llevarla a cabo. Ese entorno se refleja en
que estén en prisión o andan en fuga quienes fueron depositarios de instancias
de decisión política para dirigir el destino colectivo, o estuvieron a cargo de
la procuración de justicia y paradójicamente esta se les revierte. En la aldea
veracruzana lo ejemplifican los casos de Luis Ángel Bravo, ex fiscal que tiene
proceso en curso, y Jorge Winckler, removido de la fiscalía y con el peso de
una orden de aprehensión en su contra; un ex gobernador, Duarte de Ochoa purga
culpas en la cárcel y otro, Miguel Ángel Yunes Linares, sobre quien revolotean
amenazantes advertencias. El quid del asunto consiste en diferenciar cuánto
cabe en la revancha política y cuánto en disponer del poder para ajustar un
nuevo sistema diferente al que se pretende instaurar. Finalmente, surge la
atosigante cuestión: ¿en manos de quienes hemos estado? y saber si quienes
ahora están a cargo no seguirán la misma ruta recién inaugurada. 22-
septiembre.