Vaya que ya hacía falta imponer medidas disciplinarias respecto de la conducta de quienes dicen servir a Dios y a la sociedad, pero cuya conducta es diametralmente distinta de lo que su dogma dicta. Lamentablemente quienes han delinquido por pederastia han tenido el cobijo de su normativa, tal como en su momento se acusó a Norberto Rivera a su paso por el arzobispado de la CDMX. Los casos de esta naturaleza abundan, es asunto conocido por toda la sociedad por lo inocultable de sus consecuencias sociales y humanas. Ha sido el Papa Francisco quien puso el dedo en esa llaga  y ha aplicado las medidas correctivas y disciplinarias necesarias para combatir esa patología, como lo confirma el arresto de Carlo Alberto Capella, exconsejero de la nunciatura en Washington, quien es acusado en Canadá de poseer imágenes de pornografía infantil, es el único caso pero al menos la campaña de saneamiento ha comenzado.