Nadie en sus cabales podría asegurar la inutilidad de las encuestas, porque de origen son herramientas de medición de suma importancia para la toma de decisiones y el diseño de programas y políticas públicas, solo que en México y otras partes del orbe se han venido utilizando como parte de estrategias electorales para disuadir votantes o el descontrol del adversario. Lo saben bien quienes han participado en contiendas electorales, como Jaime Rodríguez, el Bronco: “Yo no creo en las encuestas, en Nuevo León yo tenía el dos por ciento de posibilidades y terminé con el 52 por ciento en 60 días. Nosotros quizá porque no les pagamos a los encuestadores no salimos en las encuestas”, los encuestadores son paleros”, dice, para referirse a los índices mínimos en que sitúan sus preferencias. En ese antecedente, el Bronco señala “estamos en una preferencia entre el 12 y el 15%”, ¿quién le dice que no?